lunes, 31 de diciembre de 2012

El Guardián del Convento del Padre Pío en la Catedral de Buenos Aires

Con gran alegría anunciamos que Fray CARLOS MARÍA LABORDE, sacerdote Capuchino, guardián del Convento de San Giovanni Rotondo, Italia, donde permaneció el Santo Padre Pío de Pietrelcina hasta su muerte en 1968, visitará la CATEDRAL DE BUENOS AIRES para orar, celebrar la Santa Misa y compartir una charla con interesados en conocer al Padre Pio, devotos, orantes y animadores de los diversos Grupos de Oración del Padre Pio, cuyo objetivo es elevar las plegarias por el alivio del sufrimiento de los dolientes que presentan intenciones.


El encuentro abierto será el Martes 8 DE ENERO, con el siguiente cronograma:

18.40 hs: Rosario meditado ante el Santísimo Sacramento

19.30 hs: Santa Misa

20.30 hs: Plática (en español) a cargo de Fray Carlos María Laborde


Los esperamos y rogamos dar difusión.

Marcela Teresa González
Grupos de Oración del Santo Padre Pio adheridos al Centro Internacional de San Giovanni Rotondo - Animación en Argentina - 
Pedidos de oración, material, espiritual y formación de nuevos grupos.

santopadrepio23@yahoo.com.ar
padrepio1423@yahoo.com.ar
Cel. 11 15-3856-6379 (solo SMS)

sábado, 29 de diciembre de 2012

La Medicina y el Misterio

LA MEDICINA A LA LUZ DE LA ENCARNACIÓN

En el misterio de la Encarnación de Cristo se unen los dos elementos, lo investigable y lo ininvestigable, la ciencia y el misterio. 

AUTOR: Cardenal Darío Castrillón Hoyos


Es un momento históricamente muy significativo en el que nuestra mente y nuestro corazón buscan penetrar el misterio de la encarnación del Verbo, una verdad de fe que todavía nos parece difícil de aceptar con nuestra pobre inteligencia humana.

En el misterio de la Encarnación de Cristo se unen los dos elementos, lo investigable y lo ininvestigable, la ciencia y el misterio.Tenemos que hacer violencia a nuestra mente para descubrir en el misterio del desarrollo de un embrión humano al Verbo de Dios que se hace hombre.

Apenas hoy, 2000 años después del nacimiento de Cristo, estamos en condiciones de describir todas las etapas del proceso del desarrollo del embrión, pero seguimos echando mano de la fe para comprender que el Dios que da la vida, el Creador, el Señor de todas las cosas, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Verbo de la misma naturaleza del Padre(1),estuvo presente en todas y cada una de las fases del desarrollo embrionario. Ese y sólo ese es el significado profundo de la frase evangélica: "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros".(2) 

Hace dos mil años, un óvulo fue fecundado prodigiosamente por la acción sobrenatural de Dios. 

¡Qué hermosa expresión: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios"!.(3) Así, de esa maravillosa unión, resultó un zigoto con una dotación cromosómica propia. Pero en ese zigoto estaba el Verbo de Dios. En ese zigoto se encontraba la salvación de los hombres. 

Unos siete días después, se produjo el adosamiento del blastocito en la mucosa del endometrio y Dios se redujo a la nada que es un embrión humano. Pero ese embrión era el Hijo de Dios y en Él estaba la salvación de los hombres. 

Ese huevo alecítico se fue desarrollando paulatinamente y, a medida que progresaba la segmentación del huevo, iniciaron su diferenciación y crecimiento los esbozos de tejidos, órganos y aparatos embrionarios. Y ese huevo alecítico era el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad, y en Él estaba la salvación de los hombres, de todos los hombres, de cada ser humano(4). 

Y, todavía en el primer mes del embarazo, cuando el feto medía ya de 0,8 a 1,5 centímetros, el corazón de Dios comenzó a latir con la fuerza del corazón de María, y comenzó a utilizar el cordón umbilical para alimentarse de su Madre, la Virgen Inmaculada. 

El Verbo de Dios era absolutamente dependiente de un ser humano, pero poseía una total autonomía genética. 

Todavía tendrían que trascurrir nueve meses en los que el Verbo de Dios flotó en el líquido amniótico, dentro de la placenta que le protegía del frío y del calor y le daba alimento y oxígeno, antes de nacer en Belén y ver el primer rostro humano, seguramente el de su Madre, con unos ojos recién abiertos. 

Así fue como Jesucristo, llegó a ser el primogénito de toda criatura (5), el nuevo Adán de la nueva creación. 

El Hijo de Dios redimió la creación desde la obra más maravillosa de ella, el ser humano. La redención del hombre comenzó desde un estado embrionario. Por eso, el médico católico debe pasar por esta lente para comprender su misión: el Hijo de Dios fue un zigoto, un embrión y un feto, antes de juguetear por las calles de Nazaret, predicar en las orillas del mar de Galilea, o morir crucificado en las afueras de Jerusalén. El Hijo de Dios asumió completamente y, sin rebajas, la vocación de ser hombre. 

Medicina y creación 




La ciencia en el siglo XX ha cumplido grandes adelantos. Ha logrado individuar prácticamente todo el código genético humano, ha roto el misterio del origen de la vida y ha penetrado profundamente en el proceso de la concepción. Sin embargo, tiene todavía una asignatura pendiente: el estudio del hombre en cuanto hombre, en toda su hondura.

No el hombre como biología, ni el hombre como psicología, sino la esencia humana, el hombre en su profundidad: sus ideales, sus miedos más inconfesables, sus motivaciones, sus preguntas y sus respuestas, sus convicciones, su afectividad, su capacidad de superación, sus decepciones, su amor y su dolor. 

Se puede decir que la ciencia se queda a las puertas del espíritu humano como ante un campo extraño en el que es imposible penetrar.
Pero hay una persuasión en el científico que se acerca con honradez al estudio del hombre: no todo termina en la genética, ni en la psicología, ni en la psiquiatría. Hay un espíritu que supera biología, física, química y matemáticas, que llama la atención, el mismo espíritu que hace posible toda investigación. 

El hombre es una unidad psicosomática, soma y psique. Desde el estado embrionario encierra un misterio y una dignidad especial, la del ser espiritual. Y la medicina no se puede olvidar de esto.

Hoy, cuando vemos a seres humanos vivos usados como material de laboratorio o desechados en la forma de embriones congelados, cuando vemos a enfermos terminales aislados en salas equipadas con los últimos adelantos de la técnica, pero abandonados del afecto y la cercanía de los suyos, viene a la mente una pregunta: ¿no se está olvidando la ciencia de lo más profundo del hombre y no está simplemente despreciando aquello que se escapa de su campo de estudio? 

El misterio del hombre es el misterio de un ser que es ciudadano de dos mundos. 

¿Animal? sí. ¿Biológico? sí. Pero dotado de un espíritu inasible, insondable. Hijo de Dios, hermano de Jesucristo. Un ser que es social por naturaleza y que necesita de la presencia humana de los suyos para no sentirse extraño en su medio ambiente. Criatura imperfecta que sufre el dolor, pero criatura redimida por Cristo. 

Las Unidades de Cuidados Intensivos donde tantos pacientes se debaten entre la vida y la muerte, han sido ocupadas por la técnica, y sea bienvenida, dejando fuera la presencia confortadora de la familia o el solícito apoyo espiritual del sacerdote. La técnica parece haber vencido sobre las consideraciones espirituales del ser humano, cuando realmente es necesaria la complementariedad: ¿técnica? sí; pero sin olvidar esa dimensión íntima del espíritu humano que se sigue escapando de las manos de la ciencia médica: "Sabed que el ser humano sobrepasa infinitamente al ser humano".(6) ¡Qué trágico ha de ser para un pediatra ver que de sus manos expertas, se escapa la vida del hijo!. 

Frecuentemente da la impresión de que en el enfermo no se ve a una persona humana, sino a un individuo biológico; algo muy explicable dada la tecnificación del tratamiento médico, pero algo que no responde a la naturaleza humana del enfermo, persona que sufre, porque "el enfermo quiere sentir que la enfermedad es comprendida como un acontecimiento vital, y la sanación como un acto que ayuda a la vida, no como la mera reparación del defecto de una máquina. Pero a su vez, esto resulta imposible sin una determinada actitud ética, es decir, sin el profundo respeto a la vida y sin la correspondiente simpatía hacia ella. Acentuar todo esto no es sentimentalismo, antes al contrario, pertenece a la esencia de la actitud sanitaria".(7) 

El hombre debe ejercer el dominio de la creación que Dios le ha encomendado,8 pero el dominio de la creación comienza por el dominio de sí mismo. El médico es seguramente alguien que vive con más claridad esta lucha por dominar la creación en la esfera de la vida y ponerla al servicio del hombre. Desde la investigación o las curas, él está luchando por captar en su profundidad los comportamientos de la naturaleza y orientarlos hacia el bien del ser humano, hacia la conservación de la vida. Pero no debe olvidar que esto lo debe hacer a partir de sí mismo, de las moléculas de su propio ser, desde sus propios dolores y ansiedades, desde sus temores y sus deseos de amar y ser amado, desde su vida y, sobre todo, desde su espíritu. El médico ve en sí mismo al hombre que atiende, experimenta en sí mismo lo que experimentan sus enfermos, y de ahí debe nacer una compasión y una cercanía humana muy especial con el que sufre, con el que recurre a él. 

La medicina a la luz del misterio del dolor

Esta reflexión nos introduce en un misterio más al que se enfrenta la medicina en este fin de siglo: el misterio del dolor. El hombre de este siglo XX está enemistado con el dolor. Lo quiere erradicar a toda costa de su vida, pero ha comenzado a darse cuenta de que es imposible. El hedonismo nos ha llevado a buscar la salud perfecta, la eterna juventud, la plenitud de fuerzas prolongada el mayor tiempo posible. Y en medio de ese proyecto, la aparición de la enfermedad, del dolor, de la desolación, se convierte en algo amargo, inaceptable.

¿Dónde queda esa pretensión de perfección cuando el ser humano se encuentra ante enfermedades todavía incurables, como el SIDA? ¿Dónde queda la técnica cuando no tenemos a mano la píldora del remedio inmediato? ¿Dónde se sitúa la ciencia ante la ineludible realidad de la muerte? ¿Por qué el genio humano no ha podido todavía arrojar de su vida el lastre de la cruz? 

La vida humana está llena de cruces que no nos podemos sacudir, miles de cruces que nos tocan de lejos o de cerca. Hay muchos dolores humanos que no encuentran remedio médico. Ante este problema, ¿qué actitud se puede tomar? ¿la del masoquista que se complace en el dolor? No, la del ser humano redimido por Cristo que ve en el dolor un camino de amor, la de Cristo ante la cruz.

"El dolor y la enfermedad forman parte del misterio del hombre en la tierra. 
Ciertamente, es justo luchar contra la enfermedad, porque la salud es un don de Dios. Pero es importante también saber leer el designio de Dios cuando el sufrimiento llama a nuestra puerta".(9) 

Jesús no era un masoquista, pero amó el dolor que rechazaba.(10) Ahí está la base de la aceptación del dolor. Ahí está su enseñanza: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame".(11) Para ir en pos de Cristo hay que negarse a sí mismo y tomar esta cruz. "Los cristianos tienen que imitar los sufrimientos de Cristo, y no tratar de alcanzar los placeres. Se conforta a un pusilánime cuando se le dice: Aguarda las tentaciones de este siglo, que de todas ellas te librará el Señor, si tu corazón no se aparta lejos de él.

Porque precisamente para fortalecer tu corazón vino él a sufrir, vino él a morir, a ser escupido y coronado de espinas, a escuchar oprobios, a ser, por último, clavado en una cruz. Todo esto lo hizo él por ti, mientras que tú no has sido capaz de hacer nada, no ya por él, sino por ti mismo".(12) "Desde hace dos mil años, desde el día de la pasión, la cruz brilla como suprema manifestación del amor que Dios siente por nosotros. Quien sabe acogerla en su vida, experimenta cómo el dolor, iluminado por la fe, se transforma en fuente de esperanza y salvación".(13)

El signo de los discípulos de Cristo es esta aceptación generosa del sufrimiento, algo absurdo para el hombre de hoy y de siempre, una necedad,(14) quizás porque, como dice San Pablo, "el hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. Y no las puede conocer pues sólo espiritualmente pueden ser juzgadas".(15) Y volvemos a la realidad del espíritu del hombre, algo que supera el alcance de la ciencia. 

San Basilio señalaba que: "A menudo, sin embargo, las enfermedades son castigos por los pecados, enviadas para nuestra conversión. El Señor, está escrito, castiga al que ama.(16) Y más aún: "Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y muchos débiles, y mueren no pocos. Si nos juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos castigados. Mas, al ser castigados, somos corregidos por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo".(17)

Por ello, si nos encontramos en condiciones similares, habiendo reconocido nuestras culpas y abandonado el uso de la medicina, debemos soportar en silencio esas penas, de acuerdo a aquél que dice: "La cólera de Yahveh soportaré, ya que he pecado contra él"(18); y debemos también enmendarnos, hasta comer los dignos frutos de la penitencia, recordando de nuevo al Señor que dice: «Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor»(19y20). 

La enfermedad es, también, entonces, camino de conversión. 

Su Santidad Juan Pablo II es un maestro del significado del dolor, que nos ha enseñado a encontrar el sentido de este misterio que atenaza al hombre. Él es un Papa muy cercano al sufrimiento humano. Se identifica fácilmente con el dolor de los enfermos, comparte la desgracia ajena, se interesa por todo aquello en lo que el hombre aparece agredido física o espiritualmente. 

Todavía recuerdo, por ejemplo, el momento en que en una visita apostólica a Brasil, un niño de las favelas rompió el cordón de seguridad y se acercó al Santo Padre para pedirle una limosna. El Papa se quitó su anillo y se lo dio. Detrás de este gesto se descubre el corazón de un hombre compasivo cercano al dolor ajeno. 

Viendo a Juan Pablo II se puede afirmar aquella frase de San Pablo: "Completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia".(21) Precisamente, con este pensamiento comienza el Papa su carta apostólica Salvifici Doloris. En ella recoge sus profundas reflexiones sobre el sentido del sufrimiento humano unido a la cruz de Jesucristo. 

El sufrimiento, según el profundo pensamiento del Papa Juan Pablo II, es "verdaderamente sobrenatural y a la vez humano. Es sobrenatural, porque se arraiga en el misterio divino de la redención del mundo, y es también profundamente humano, porque en él, el hombre se encuentra a sí mismo, su propia humanidad, su propia dignidad y su propia misión".(22)

El dolor es el momento profundo en que el ser humano se encuentra consigo mismo.

Los que han trabajado en la pastoral de la salud saben la verdad tan dramática que se encuentra detrás de esta afirmación. El dolor es un momento en que el hombre se presenta cara a cara ante sí mismo, sin tapujos, sin atenuaciones, sin falseamientos. 

El Papa ha dicho también que el dolor es una prueba,(23) una prueba que evidencia el amor, que hace presente el amor de Dios en el mundo. El sufrimiento humano es muchas veces una expresión de amor. El dolor por el ser querido que ya no está junto a nosotros es un modo nuevo de expresarle nuestro amor. El mismo amor que antes se evidenciaba en caricias o abrazos, ahora se hace dolor por la ausencia. 

Amor y dolor forman un binomio que va estrechamente unido en nuestra fe cristiana. 

Amor y dolor son realidades que se implican, que viven estrechamente unidas en la imaginería cristiana que llena nuestras iglesias, nuestro templos, y en lo más profundo del corazón de los cristianos. Amor hacho dolor y dolor siempre vivido en el amor, siguiendo el ejemplo de Cristo. 

El dolor sin amor sólo engendra amargura y desesperación, rebeldía y desesperanza. El amor sin dolor es frágil, superficial, incompleto, antojadizo. La cultura en la que vivimos inmersos promete la felicidad en esta vida y se presenta como al alcance de la mano, algo fácil de construir sin demasiado esfuerzo, pero los seres humanos sabemos por experiencia que la felicidad en el amor requiere de la donación personal sacrificada. El dolor puede ser un camino hacia el amor y al amor auténtico y completo sólo se llega por el dolor de la abnegación personal de sí mismo en favor del otro. 

El dolor es también un camino de esperanza gracias a la Resurrección de Jesucristo. Eso es lo que refleja el rostro de la Piedad de Miguel Ángel: hay un dolor por su Hijo muerto y, al mismo tiempo, una serena esperanza confiada en que no todo acaba ahí. Hay un después. El dolor no es el fin de la existencia humana, sino un paso, una Pascua hacia la salvación. El dolor es salvífico. 

El dolor vivido con sentido de eternidad es un signo de esperanza para el mundo de hoy. Igual que el "Buen Ladrón" del Evangelio se conmueve y se convierte al contemplar el sufrimiento de Jesucristo,(24) así, la respuesta cristiana ante el sufrimiento humano es seguramente uno de los más grandes signos de credibilidad del Evangelio.

Aceptar el dolor y servir al que sufre son los grandes mensajes del cristianismo actual a un mundo insolidario que muchas veces desprecia al que sufre. El dolor vivido en el sacrificio por el otro es el signo del discípulo de Cristo: "Celebrar la Eucaristía comiendo su carne y bebiendo su sangre significa aceptar la lógica de la cruz y del servicio. Es decir, significa estar dispuestos a sacrificarse por los demás, como hizo Él".(25)

El Papa Juan Pablo II ve su sufrimiento como un servicio a la Iglesia.

Sufrir es servir, dice en la Carta Apostólica Salvifici Doloris.(26) Es completar el sacrificio de Jesucristo en favor de la Iglesia. El Papa ve su sufrimiento como un modo de vivir su identidad de "Siervo de los siervos de Dios". Un hombre que tiene como vocación el no vivir para sí mismo, sino para los demás. 

La medicina a la luz del misterio del amor. 

Este último pensamiento nos introduce en la clave de bóveda de la profesión médica, de hoy y de siempre: el amor por el hombre. La medicina no es una ciencia teórica que simplemente enuncia leyes y teorías siguiendo el método empírico-teórico. Es algo más, es una ciencia puesta al servicio del hombre en lo más valioso que tiene, en la vida, porque es la base de los demás dones.

La medicina es una ciencia que se hace servicio y el servicio es la palabra más exacta para definir la actitud de Cristo hacia el hombre durante su vida entre nosotros: servir y dar su vida en rescate por muchos.(27) El médico, la enfermera, el agente sanitario, también es alguien que sirve y da su vida por muchos hombres. Desde sus estudios, el médico, la enfermera, el agente sanitario, ponen su vida al servicio de los demás en el sacrificio de sí mismos. ¡Cuántos desvelos por el enfermo, cuántas horas de entrega, cuántas privaciones, cuántos sacrificios hechos por amor en la atención al prójimo que sufre!. 

La medicina es amor que pone remedio al dolor.

Es misericordia, acercamiento amoroso al enfermo, que es visto como prójimo que sufre. Es técnica que estudia para remediar el dolor. Es ciencia que se aproxima al ser humano, pecador, pero hijo amadísimo de Dios. La medicina es una disciplina que descubre en el hombre su elevada dignidad y se dirige a Dios como referencia última de esa dignidad que sobrepasa los límites de su conocimiento: "¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella.

Por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno".(28) El enfermo no es sólo el objeto de estudio de la medicina, sino el prójimo al que se sirve con la entrega generosa de la propia vida y con la admiración de quien sabe que se encuentra ante un ser que encierra una dignidad y un misterio: la dignidad de hijo de Dios y el misterio de la inhabitación trinitaria. 

En este sentido, la ciencia médica es un don de Dios que permite al hombre redimir uno de los efectos más visibles que el pecado ha dejado en su naturaleza: la enfermedad. San Basilio lo explicaba con un lenguaje que nos resulta muy elocuente en su sencillez: 

"En efecto, cuando nuestro cuerpo yace enfermo, abatido por las enfermedades o por molestias de diversa naturaleza, ya sea por causas externas, o internas, por causa de los alimentos ingeridos y sufre ora por el exceso, ora por la carencia, entonces Dios, moderador de nuestra existencia nos ha concedido el don de la ciencia médica, gracias a la cual se redimensionalo superfluo y se acrecienta lo que se encuentra en proporciones muy reducidas. De hecho, del mismo modo que, si nos encontrásemos en el Paraíso, no tendríamos de ningún modo necesidad ni de conocer ni de practicar la agricultura, de la misma manera, si fuésemos inmunes a las enfermedades, como antes de la caída, no haría falta la ayuda de ninguna medicina para curarnos. Sin embargo, después de haber sido expulsados de aquel lugar y después de haber oído: "Con el sudor de tu rostro comerás el pan",(29) habiendo gastado muchos esfuerzos para cultivar la tierra, hemos inventado el arte de la agricultura para mitigar los dañinos efectos de la maldición divina, mientras Dios mismo favorecía en nosotros la inteligencia y el conocimiento de aquel arte.

Pues bien, del mismo modo, dado que nos ha sido ordenado volver a la misma tierra de la cual habíamos sido formados y estamos ligados a nuestra dolorosa carne, destinada a la muerte a causa del pecado y sujeta por ello a las enfermedades, se nos ha ofrecido también la ayuda de la medicina, para que en ciertas ocasiones y en cierta medida, los enfermos pudieran curarse. 

Así, no es casual que hayan germinado en la tierra las plantas destinadas a curar cada enfermedad; es más, han sido suscitadas por la voluntad del Creador, para que atenuasen nuestros males. Precisamente, por este motivo, aquella eficacia curativa natural escondida en las raíces, en las flores, en las hojas, en los frutos, en los jugos así como todo aquello que los metales o el mar tienen de terapéutico, en nada se diferencia de los elementos análogos descubiertos en los alimentos o en las bebidas. 

Los cristianos deben preocuparse de servirse de la medicina, cuando sea necesario, en tal modo que no atribuyan a ella todas las causas de su buena o mala salud, sino de usar los medios que ella nos ofrece para dar gloria a Dios... 

De todas formas, y ciertamente no por el hecho de que algunos utilicen neciamente la medicina, tenemos que renunciar a su utilidad. En efecto, no porque ciertos intemperantes, practicando el arte de la cocina o de la repostería o de la moda, abusan en la concepción de cosas voluptuosas, sobrepasando los límites de la necesidad; por esto todas las artes deben ser rechazadas por nosotros... 

Se nos da el beneficio de la buena salud, ya sea por medio del vino mezclado con aceite,30 como en el caso de aquél que se encontró con los ladrones, ya sea por medio de los higos, como en Ezequías.(31 y 32)

El médico y el agente sanitario colaboran en la lucha contra los efectos del pecado, última causa de la enfermedad. Los médicos saben lo que significa ese rescate de nuestro cuerpo (33) del que habla San Pablo. Su lucha contra el mal biológico es un signo del amor de Dios que sigue reconquistando la creación por medio del hombre. 

El agente sanitario usa los dones de Dios para servir a sus hermanos.

Si el hombre, todo hombre, puede colaborar con Dios en su acción salvífica; por la medicina, lucha contra el desorden que ha dejado el pecado en el mundo. Médicos y agentes sanitarios, sean signos de este amor de Dios hacia el hombre. Sean hombres y mujeres que ponen su vida al servicio del hombre combatiendo el mal y venciéndolo con el bien.

Sean instrumentos de la misericordia de Dios, sean presencia del amor redentor de Cristo que acoge y cura. No dejen que su vocación se pierda en un pragmatismo frío y distante que no ve más allá de unas técnicas y unas leyes naturales. El médico, el agente sanitario, puede ser un signo del amor de Dios entre los hombres, sus hermanos, el que pone su corazón enmedio de las miserias humanas. Eso es la misericordia, la debilidad de Dios y nuestra fortaleza. 

En dos mil años, el ser humano ha aprendido muchas cosas. 

Ha establecido una relación más profunda con la realidad que lo rodea. Se puede decir que ahora conoce con mayor exactitud el mundo creado, desde el macrocosmos hasta el microcosmos. Ha descubierto las leyes que rigen la vida y las causas de la enfermedad, lejos ya de las antiguas conjeturas sin base científica.

En los últimos siglos ha dado pasos de gigante en la penetración de los grandes procesos de la vida humana. Precisamente por eso, ahora que conocemos más al hombre, ahora que la medicina ha penetrado mejor el secreto de la transmisión de la vida, ahora que avanzamos en la técnica y en la ciencia médica, avancemos también en el mayor respeto de este maravilloso don de Dios.

De nada valdría todo el esfuerzo científico si este no se tradujese en un servicio más completo hacia cada ser humano en el respeto de su integridad y en la piadosa consideración de la riqueza espiritual que se nos manifiesta en sus obras y, sin embargo, se nos escapa de nuestros instrumentos de estudio. Respetemos al hombre, amemos al hombre, protejamos su misterio, su espiritualidad. 

Cerremos estas ideas refiriéndonos a María Santísima, la Madre que dio su sí generoso para la Encarnación del Verbo (34), y que acompañó en el Calvario a Cristo herido,(35) cubierto de llagas, maltratado, con la sed de los moribundos(36).

La realidad del Calvario es la que se vive en muchas urgencias. María acompaña al herido sangrante y amoratado en una escena que puede llevar consuelo a las salas de urgencias. Está él, y desde su cruz de herido terminal, mira a su Madre de la que recibe consuelo. Por eso, los cristianos, cuando nos sentimos agobiados por el dolor, hemos aprendido de Cristo a buscar refugio en los brazos de María, como el niño que se encuentra ante algún peligro y corre al seno de su madre para desahogarse en llanto. Que Ella, consoladora de los afligidos, auxilio de los enfermos, nos acompañe y nos ayude a investigar todo lo investigable y a venerar silenciosa y humildemente lo ininvestigable.- 

Si te interesa ver el video sobre el desarrollo en el vientre materno click aquí. 

NOTAS 

1 Cf Credo Niceno-constantinopolitano.
2 Cf Juan 1,14.
3 Lucas 1,35.
4 Cf Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Dominus Iesus 12-15, 6 de agosto de 2000.
5 Cf Colosenses 1,15-16.
6 “Apprenez que l´homme passe infinitment l´homme”, BLAS PASCAL, Pensées.
7 ROMANO GUARDINI, Ética, lecciones en la Universidad de Munich, c 11, 2, BAC, Madrid 1999, p 715.
8 Cf Génesis 1,28-30; 9,7.
9 JUAN PABLO II, Homilía con ocasión del Jubileo de los enfermos y de los agentes sanitarios, Roma, 11 de febrero de 2000.
10 Cf Mateo 26,39.
11 Cf Mateo 16,24; Marcos 8,34; Lucas 9,23.
12 SAN AGUSTÍN, Sermón sobre los pastores, Sermón 46,10-11.
13 JUAN PABLO II, Homilía con ocasión del Jubileo de los enfermos y de los agentes sanitarios, Roma, 11 de febrero de 2000.
14 “Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan -para nosotros- es fuerza de Dios. Porque dice la Escritura: Destruiré la sabiduría de los sabios, e inutilizaré la inteligencia de los inteligentes. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el docto? ¿Dónde el sofista de este mundo? ¿Acaso no entonteció Dios la sabiduría del mundo? De hecho, como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación. Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres” (1 Corintios 1,18-25).
15 1 Corintios 2,14.
16 Proverbios 3,12.
17 1 Corintios 11,30-32.
18 Miqueas 7,9.
19 Juan 5,14.
20 BASILIO IL GRANDE, Regole lunghe, 55,1-5.
21 Colosenses 1, 24.
22 JUAN PABLO II, Carta Apostólica Salvifici Doloris 31, 11 de febrero de 1984.
23 Cf Salvifici Doloris 23.
24 Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!» Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino». Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lucas 23,39-43).
25 JUAN PABLO II, Homilía durante la clausura de la XV Jornada Mundial de la Juventud, Tor Vergata, Roma, 20 de agosto de 2000, 5.
26 Cf Salvifici Doloris 27.
27 Cf Mateo 20,28; Marcos 10,45.
28 SANTA CATALINA DE SIENA, Il dialogo della Divina provvidenza, 13: ed. G. Cavallini (Roma 1995) p. 43.
29 Génesis 3,19.
30 Cf Lucas 10,30-34.
31 Cf 2 Reyes 20,7.
32 BASILIO IL GRANDE, Regole lunghe, 55,1-5
33 "La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo" (Carta de San Pablo a los Romanos 8,20-23).
34 Cf Lucas 1,38.
35 Cf Juan 19,25.
36 Cf Juan 19,28.


Fuente: http://es.catholic.net/sexualidadybioetica/195/473/articulo.php?id=4905

jueves, 27 de diciembre de 2012

De Satánico a Sacerdote 1


Sacerdote exorcista cuenta sus secretos en libro 'Contra la brujería'


Juan Gonzalo Callejas dice tener argumentos para luchar contra el mal.

Por lo que vivió en su pasado, el sacerdote católico Juan Gonzalo Callejas dice tener argumentos para luchar contra el mal. "En mi juventud fui víctima de los engaños del demonio. Puedo decir que estuve a su servicio", afirma. Vivió una juventud rebelde en la Medellín de los años 90, cercana a las bandas delincuenciales y alejada de toda fe. Su mamá lo acercó a un grupo de oración carismático. "Me impusieron en la espalda un crucifijo y sentí cómo una presencia negativa se retiraba de mí. Decidí cambiar de vida".
¿No creer en la brujería es una forma de defenderse de ella?
Es una suposición equivocada. Si la brujería dependiera de que yo crea, no vendría de una acción espiritual, sino de un fenómeno psicológico. La brujería desata una fuerza diabólica que actúa independientemente del nivel de conciencia que se tenga sobre su existencia. De lo contrario, no reaccionaría ante oraciones, como he visto que sucede.
¿Cuáles son las puertas por donde entra la brujería?
La peor: el pecado. Es más grave romper los diez mandamientos que estar poseso por el diablo. Ahora, hay tres llaves que permiten la acción de Satanás en el mundo: la envidia, la maldición y el maleficio. Si esto no existiera, él sería una mascota inofensiva.
Usted critica a la Iglesia católica por su actitud en relación con la brujería.
Sí, porque la Iglesia, por temor a ser tachada por excesos como los de la Inquisición, niega la realidad del mal, que es una realidad bíblica. Está bien que no quiera revivir esa vergüenza histórica, pero no puede pasarse al extremo del racionalismo y pensar que todo es un fenómeno psiquiátrico. El código de derecho canónico ordena que cada obispo nombre a un sacerdote exorcista en su diócesis, y eso no se cumple. Ponen a cualquiera sin fe en esas cosas, que trata de convencer a la gente de que el diablo no existe y de que lo que padece es mental. Pero un esquizofrénico no tiene por qué saber tus pecados ni por qué hablar perfecto latín o arameo. Yo he tenido que enfrentarme con estos casos, que la gente conoce por historias como la de la alemana Anneliese Michel (que inspiró la película El exorcismo de Emily Rose). Son personas poseídas por almas condenadas que pudieron ser conjuradas por un brujo para provocar daño.
¿Hay más acciones del diablo ahora en el mundo?
Cada vez más, y la Iglesia católica es inofensiva ante las fuerzas del mal. Hay una crisis de fe, por no decir una gran apostasía, de los católicos y sus autoridades. La Biblia muestra a San Pablo enfrentando a una pitonisa, a San Pedro luchar contra un brujo. Entonces, ¿eso ya pasó de moda? Es una realidad, y ellos pretenden negarla. Con esos pastores, para qué lobos.
¿Cuándo se debe buscar a un sacerdote exorcista?
Si una persona ha entrado en el ocultismo por pactos satánicos y pretende deshacer esa consagración, necesita un sacerdote exorcista. Si se está afectado por brujería que viene de sectas satánicas o de sacerdotes satánicos, necesitará la autoridad de un sacerdote católico para deshacerla. Mi libro propone un manual para contrarrestar los efectos de la brujería por sí mismo. Si con esas pautas no se logra una mejoría, es para sospechar que se requiere un sacerdote.
Su libro dice que es Dios quien permite actuar a Satanás.
Así es. El diablo y el mal están en el mundo porque Dios deja que se manifiesten. Tengo cientos de testimonios de familias que no creían, y después de que uno de sus miembros sufrió manifestaciones diabólicas creyeron en Dios. Lo que más rabia le da a Satanás es que el Señor se valga de él para salirse con la suya.
¿Cómo protegerse?
La brujería tiene su fuerza en un acto de fe malvado: el brujo cree que su acción va a causar un daño en una persona. ¿Cómo protegerme? Asegurándome de que mi acto de fe en Dios es lo suficientemente fuerte para soportar ese ataque. La fe va a parar todo, como un chaleco antibalas espiritual. Pero si mi fe es poca, es como protegerse con una camiseta ante una 9 milímetros.
Muchas veces se acude a la misma brujería como contra.
Pues al no encontrar respuesta en la Iglesia católica, van donde el brujo o el chamán, que son todos fuerzas oscuras. Y el mismo Señor dice que Satanás no puede expulsar a Satanás.
Usted señala la homeopatía y la acupuntura como caminos a la brujería. ¿No exagera?
No puedo decir que todo esto sea malo. Pero sí hay que tener cuidado. Muchas de estas prácticas vienen de culturas paganas. Hay que preguntarse de dónde llega su sabiduría. Porque estas no son ciencias (la ciencia viene de Dios) y lo que procede de las superstición camina en tinieblas. Sé de personas que antes de entrar a consultorios de esta clase se consagran a Dios y les responden que no los pueden atender. No es coincidencia.
¿Es así de efectiva la oración?
La oración siempre será atendida. Dios te va a mostrar si las cosas son o no de él, pero si perseveras en la fe. Si no, se retira y te deja.
Habla de la importancia de rezar el rosario. ¿Por qué?
El rosario tiene su principio bíblico en una promesa de Dios dada desde el Génesis: una mujer aplastará la cabeza de la serpiente. Cada vez que dices el Ave María, le recuerdas a Satanás que él perdió y fue derrotado por una mujer, es echarle en cara su terrible derrota en el calvario, porque María fue el botón detonador del proceso de redención del mundo. Por eso, el demonio lucha para que la olvidemos y la veamos como una mujer cualquiera.
Las oraciones del manual, ¿son creadas por usted?
Las he elaborado a raíz de mi experiencia. Todas vienen de mi paquete de municiones espirituales y he visto que son efectivas contra la brujería.
¿Los demonios, al exorcizarlos, no han actuado en su contra?
Claro que sí. El demonio no va a dejar en paz a un sacerdote exorcista. Por eso, además de mi oración personal, cuento con un grupo de servidores que oran por mí y crean una muralla de fe que me protege. Pero si Cristo lo manda a uno al campo de batalla, no lo va a abandonar. No digo que no me ha pasado nada. Me he enfermado, me han puesto a orinar sangre por cosas en la comida. Dios permite que el exorcista experimente el sufrimiento para que pueda compadecerse del otro. Eso no lo experimentan las autoridades eclesiásticas, que suelen vivir muy cómodas detrás de un escritorio.
Tuvo una vida diferente antes. ¿No ha tenido la tentación de regresar a ella?
Tentaciones siempre hay: gente que le hace a uno propuestas indecentes en el confesionario y más. Pero tengo la ventaja de que, al haber pasado por una vida de pecado, ya sé lo que eso me puede dar. Ya no me tientan ni las mujeres ni el dinero. Sé lo que es estar bajo la opresión diabólica.
¿Hay personas más susceptibles a estos fenómenos?
Los hijos de personas a las que les han hecho algún daño. Cuando hay un santo en una familia, Dios dijo que bendice por mil generaciones. Cuando hay un malvado, castiga hasta tercera y cuarta. He visto que niños de mujeres a quienes les hicieron algún tipo de brujería mientras estaban gestando nacen sensibles a esto. A veces lloran sin sentido, y el agua bendita para el llanto.
Agua, sal y aceite bendecidos son elementos que usted usa.
Sí, pero lastimosamente, por el racionalismo, hay obispos que incluso prohíben bendecir el agua. Y tienen sus razones: los santeros la usan para sus acciones, otros para que los opere José Gregorio Hernández, los satánicos en sus misas negras. Pero la solución no es prohibir, sino catequizar sobre su uso. Es importante que el fiel tenga en su casa con qué orar. Son una herramienta, no una superstición. Y me consta que los demonios reaccionan ante eso.
¿Cómo le consta?
En el caso de un muchacho, por ejemplo. Su mamá sospechaba que algo le sucedía, y no era físico. Le dije que le preparara la comida que más le gustaba con agua y sal bendecida. La reacción del joven fue arrojar los alimentos, entre gritos. No los pudo probar.

Así no se manifiesten, ¿usted percibe las presencias del mal?
A veces voy por la calle y me dan ganas de vomitar. Me pasó hace poco en una calle en Medellín. Entre quienes tenemos sensibilidad espiritual, por haber vivido una liberación, es normal sentir escalofríos, náuseas, retorcijones, al llegar a un lugar contaminado. Es una forma que tiene el Señor para prevenirnos.
¿Todas las manifestaciones son de almas malas?
Hay almas buenas y malas que afectan este mundo, almas condenadas que pueden ser conjuradas. Pero también son normales los fenómenos que conocemos como poltergeist, en casas donde se mueven cosas, se enciende el televisor, se apagan las luces. Esto puede proceder de almas que vagan porque no conocieron de Dios en este mundo y no saben el camino que deben seguir. A veces ellas se aproximan a personas de fe para pedir ayuda. Si la aparición no es agresiva, puede pedírsele que de alguna forma exprese lo que necesita. Esto, claro, es un fenómeno distinto a la brujería.

De Satánico a Sacerdote 2

El testimonio de vida del Padre Juan Gonzalo Callejas


Juan Gonzalo Calleja nació y se crió en Medellín, Colombia. A los 14 años empezó a escuchar heavy metal, vestir de negro, llevar cadenas, pelo de punta y una estética oscura. Mataba conejos o murciélagos y los clavaba en el armario de su habitación, como parte de su decoración, entre carteles de temática heavy. 

Con el tiempo, se interesó también por la brujería y se hizo con libros de temática oculta. Pasaban los años y su situación se agravaba. En la calle formaba parte de una pandilla con los que bebía mucho y se iba de fiesta. Algunos de ellos estaban implicados en temas de drogas. 
Un amigo en el infiernoPero vivió una serie de "encuentros" con la muerte, que lo hicieron reflexionar algo. Mataron a uno de sus camaradas, y en el funeral su grupo de amigos insistió en que se levantase la tapa del féretro para despedirse de su compañero. "Estaba todo deformado, con moretones, labios cosidos... y pensé: Juango, el infierno existe y tu amigo está en él".

Después, hablando con sus amigos, fue descubriendo que eran más peligrosos de lo que pensaba. Uno le comentó que había matado a varias personas y que no le molestaba, pero que "el único muerto que no me quito de la mente fue el primero; recuerdo los pedazos de sesos en la acera". Juango le escuchaba y pensó por un momento: "¿Con qué gente estoy?"

En una discoteca, Juango se peleó con un tipo. Quedaron para continuar la pelea, Juango con un cuchillo, el otro con una gran pistola. Por suerte para él, su pandilla le protegió y habló con su adversario para que desistiese. 
Un accidente para pensar en la muerte

Pero lo que de verdad le hizo reflexionar fue un accidente de circulación en que creyó que iba a morir: "vi mi vida en fotografías, en imágenes, tal como está ante los ojos de Dios. Y me hizo pensar. Y entendí que todo el mundo estaba organizado para que no me parase a pensar".

Fue entonces cuando él, que había estado alejado de Dios desde su infancia, se acercó al capellán de su universidad y le pidió permiso para fotocopiar el Credo, para rezarlo. Pero aún se mantenía en una vida confusa cuando un grupo de oración de la Renovación Carismática Católica, de amigos de sus padres, vinieron a su casa. Los carismáticos estaban hablando de temas relacionados con el demonio, algunos participaban como ayudantes en oraciones de liberación y exorcismos, y al joven Juango le pareció interesante. Les escuchó y les invitó a visitar su habitación.
Obsesión demoníaca por la música oscura
Allí entró Roberto Vega, con experiencia en temas de actividad demoníaca. Consultado en el documental de Juan Manuel Cotelo de la serie "Te puede pasar a ti", Vega explica que "hay cuatro niveles de acción del Maligno: la tentación, la obsesión, la opresión y la posesión, que es muy poco usual; este chico tenía obsesión por esa música, esa estética..."

Roberto le planteó: "¿por qué no tiras todo esto?" Juango sintió que "mi alma quería pero mi cuerpo no; sería dejar todo lo que yo había sido". ¡Era un salto al vacío... hacia Dios! Pero aceptó, y Roberto fue arrancando carteles con motivos satánicos y malignos. Y dijo: "en ese cajón hay algo". Y efectivamente, allí estaban los libros de magia. Destruido todo este material, los miembros del grupo oraron por Juango con el gesto de la imposición de manos, "y sentí como un calor que quemaba, pero que ardía de amor, una paz, Dios dentro de mí". Se integró en un grupo de 200 jóvenes carismáticos de la ciudad.
Más miedo al confesionario que a una pistola
El siguiente reto fue ir a confesarse. "A mí me habían metido un revólver en la boca y no me habían asustado, pero me daba miedo enfrentarme a un cura en el confesionario", explica Juango con humor en "Te puede pasar a ti". Al final, dio el paso: "mire padre, me pasa esto, esto y esto..." Y afirma que "sentí aún más paz que con la oración de la imposición de manos".

También tenía que reordenar su vida sentimental: había llegado a tener 5 novias al mismo tiempo. Se quedó con la más seria, católica, pero finalmente sintió el llamado a la vida sacerdotal. Cuando se lo dijo a ella, supo por la familia que la joven había intentado suicidarse, pero después, con oración, la chica cambió su enfoque: "El Señor me ha dicho que no soy nadie para interponerme", le admitió ella, serena.
Sacerdote contra el ocultismo
Juango fue ordenado sacerdote en 2002. Pasó un tiempo como misionero en una zona pobre de Argentina, y después volvió a Colombia. Hoy forma parte de la asociación "Victoria de la Cruz"  (www.victoriadelacruz.com), especializada en temas de liberación, sectas y actividad demoniaca. Publicó un libro sobre el tema: "Contra la Brujería", y predica en retiros y encuentros carismáticos, muy populares en Colombia. 

Su testimonio, dramatizado con agilidad, humor y contextualizado por expertos, es el primero de la serie de reportajes "Te puede pasar a ti", de Juan Manuel Cotelo, el cineasta de "La Última Cima".


Fuente: 
http://www.somostuiglesia.com/index.php/groups/viewdiscussion/61-testimonio-14-de-satanico-a-sacerdote?groupid=57

Padre James Phalan: La necesidad del Rosario en familia

Coloquio con el padre James Phalan, 

director mundial del Apostolado del Rosario en Familia



ROMA, Lunes 24 de Diciembre, 2012 (Zenit.org).

En estos días, en que las familias están más reunidas que nunca, bien valdría detenerse un poco y rezar, por ejemplo el rosario. Este ha sido el pensamiento que ha movido a millones de creyentes en todo el mundo desde que el presbítero irlandés Patrick Peyton CSC -hoy siervo de Dios-, fundara en 1958 el “Apostolado del Rosario en Familia”, que hoy se extiende a dieciocho países.

Para acercarnos mejor a esta oración que se reza por casi ocho siglos en la Iglesia, ZENIT conversó con el padre James Phalan CSC, director mundial de Family Rosary International, quien con una alegría desbordante nos responde “anclado a su rosario” en mano, como le gusta reconocerse. Y hace bien para estos tiempos…

¿Cómo surge esta intuición del padre Patrick Peyton por difundir el rosario en el mundo?

Padre Phalan: El joven padre Peyton, recién ordenado en la congregación de la Santa Cruz, había recibido gracias de Dios porque estuvo gravemente enfermo y se sanó por la oración del rosario. Por lo cual, se dio cuenta que su sacerdocio iba a ser dedicado a la Virgen y rezaba para saber qué hacer. Dijo que tuvo clara la misión del rosario en familia como algo concreto, que podría hacer la diferencia, ya que veía a su alrededor un mundo en plena guerra, con crisis en la familia… Hoy vemos claro la actualidad de su mensaje, de que “la familia que reza unida, permanece unida”. Es un mensaje urgente para nuestros días.

¿Por qué es importante rezar en familia?

-Padre Phalan: Hay tanto que decir... Vayamos primero al corazón: está la fe, la confianza en Dios, dar a Dios su lugar en nuestras vidas. Debemos tomar en serio lo que han dicho los recientes papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, quienes nos están haciendo regresar a la esencia de nuestra misión, que es el encuentro vivo con Cristo. Y si estamos hablando de este encuentro vivo, estamos hablando de oración, la cual debemos hacerla en familia, con fe, porque por nosotros mismos no podemos arreglar el mundo.

Así la vida familiar también mejora, ¿no?

-Padre Phalan: Sí. Cristo y María deben estar en el centro del hogar, con la oración del rosario. Estas son cosas concretas por lo cual muchos otros aspectos de la vivencia familiar mejoran, como es la comunicación entre padres e hijos, la unión y el amor entre la pareja, la construcción de seres humanos fuertes. También hay que enseñarles a los niños a rezar.

¿Y por qué rezar el rosario?

-Padre Phalan: El rosario es la escuela de María, es el evangelio hecho oración, es el compendio del evangelio... Ya que por la meditación de los misterios del rosario, pasamos por los acontecimientos del evangelio, por la doctrina de nuestra fe, encontramos a Jesús vivo que es la palabra. El rosario es la manera mediante la cual, en los últimos ocho siglos, la gente ha aprendido a meditar la palabra de Dios, porque el rosario es como una ‘Lectio divina’. Así, comprendemos mejor lo que Juan Pablo II quería decir, de que el rosario es la “Escuela de María”, ya que es la manera por la que María nos enseña, nos da catequesis y mediante la cual ella nos lleva a Jesús.

¿Siempre hay que rezar todo el rosario, o se puede rezar solo una parte...?
-Padre Phalan: Todo el rosario son los veinte misterios... Yo intento hacerlos, pero honestamente a veces no me alcanza el día; yo diría que hagamos lo que podamos. Pues como escuela de María, hablamos de una pedagogía fantástica: es como las matemáticas, en que uno comienza con la aritmética y luego pasa a geometría y después cálculo... La matemática del rosario es que primero se aprenda bien el Padre nuestro, el Ave maría y hacer lo que se pueda a pocos. En el autobús se puede rezar una decena, en vez de estar fantaseando en una cosa tonta. El hecho de tener el rosario en la mano, te ayuda a "anclarte a Dios". Dicho esto, debe ser normal que cualquier cristiano que está tomando en serio su camino con Cristo, pase quince minutos o media hora con Dios. Rezar los cinco misterios debe ser como comer, porque no dejamos de comer, ¿no? (risas).

Entonces es mejor rezarlo de un solo tirón, y no a pocos...

-Padre Phalan: Yo diría los dos, san Pablo dice "Reza siempre". El rosario, para los que queremos tomar en serio nuestro camino con el Señor, nos ayuda a llevar la vida de manera natural, es como respirar. Eso es algo que embellece la vida y no es algo pesado ni fanático, sino es darme cuenta que al abrir mis ojos rezo porque Dios me ha construido un mundo tan bello; el rosario es también una oración de acción de gracias. Compararía esto con el matrimonio, en que es importante que la pareja tenga su tiempo para sentarse, a través de una comunicación que no sea ligera... Así también, estar quince minutos, media hora o una hora de oración con Cristo, con Dios, con la Virgen en meditación, te cambia la vida.

Ustedes trabajan entonces con las familias, más allá del hecho de la oración o del rosario, ¿no?

-Padre Phalan: Cuando se habla del rosario en familia, este nos invita a caminar con las familias en la actualidad familiar, la problemática, los desafíos y las alegrías en muchas partes del mundo. Este enfoque de la oración en la vida espiritual nos permite acompañar otros aspectos de la pastoral familiar.

¿Y cómo va la causa de beatificación del padre Peyton?

-Padre Phalan: Avanza bastante bien, ya está en Roma siguiendo su proceso. Invito a las personas a que recen y pidan por la intercesión del padre Peyton, por cualquier cosa que necesiten. Y que nos comuniquen si hay algún favor recibido.

¿Qué se quiere resaltar de la figura del padre fundador de este apostolado?

-Padre Phalan: Esperamos que sea reconocido como un beato y un santo de la familia, de la evangelización con la Virgen, de la evangelización a través de los medios de comunicación.

¿Podría definir en una frase lo que es el rosario en su vida?

-Padre Phalan: El rosario es algo muy simple, a través del cual podemos hacer tanto…

Fuente: Zenit
http://www.zenit.org/article-43965?l=spanish
También puede consultar  www.familyrosary.org

El Papa invitó a los cristianos a difundir el Evangelio con audacia


Benedicto XVI también señaló que la novedad en el anuncio del Evangelio no consiste en el uso de "nuevos métodos o técnicas originales", sino en imitar a Cristo, dando el ejemplo y dejándose guiar por el Espíritu Santo. 



Benedicto XVI exhortó este miércoles a los cristianos a vencer sus miedos e inercias para difundir el Evangelio con audacia y sabiduría. 

El papa también señaló que la novedad en el anuncio del Evangelio no consiste en el uso de "nuevos métodos o técnicas originales", sino en imitar a Cristo, dando ejemplo y dejándose guiar por el Espíritu Santo. 

El Pontífice hizo estas manifestaciones ante varios miles de fieles que asistieron en la plaza de San Pedro del Vaticano al ángelus en la festividad de San Esteban, el primer mártir de la Iglesia. 

En una mañana fría y desapacible, Benedicto XVI dijo que los creyentes están llamados a presentar el Evangelio y dar testimonio del mismo en "circunstancias difíciles y peligrosas", pero sabiendo que jamás serán abandonados o indefensos. 

El Obispo de Roma agregó que el mártir Esteban es descrito como una "imitación perfecta" de Cristo y que al igual que él, los cristianos deben recorrer el camino del bien y el camino de la humildad, según el diseño de amor de Dios. 

"San Esteban es un modelo para todos los que quieren ponerse al servicio de la nueva evangelización y demuestra que la novedad del anuncio no consiste especialmente en el uso de métodos o técnicas originales, que por supuesto tienen su utilidad, sino en estar repletos de Espíritu Santo y dejarse guiar por Él", afirmó. 

La novedad del anuncio -precisó el papa- está en la inmersión en el misterio de Cristo, asimilar sus palabras y su presencia en la Eucaristía. 

El papa Ratzinger añadió que el evangelizador es capaz de llevar a Cristo a los otros de manera eficaz cuando el evangelio se manifiesta en su propia persona, da ejemplo. 

Tras el ángelus, el papa saludó en diferentes idiomas, entre ellos español, en el que dijo que la fiesta de San Esteban prolonga el fervor de la Navidad y "se convierte en una invitación a pedir al Niño Dios que renueve nuestra fe y la haga más activa por la caridad". 

"A Él también le suplicamos que el ejemplo de fidelidad al Evangelio de este primer mártir ayude a los cristianos a vencer sus miedos e inercias, para que así puedan dar razón de su esperanza a quien se la pidiere, con audacia y sabiduría". 

Benedicto XVI deseó de nuevo a todos los españoles y latinoamericanos "una santa y feliz Navidad".


Fuente: Suplemento "Valores Religiosos" de diario Clarín
http://www.valoresreligiosos.com.ar
Jueves 27 de diciembre de 2012